Las Rías Baixas y Altas conviven en el litoral gallego, con sus casi mil quinientos kilómetros de playas y acantilados. Diferenciarlas es fácil: las primeras están orientadas al sur y se vierten sus aguas en el océano Atlántico, mientras que las Altas apuntan al norte y desembocan en el mar Cantábrico. La fama turística del destino Rías Baixas es mayor gracias a la presencia del Cabo home, las Islas Cíes o el Cabo Silleiro.
En concreto, estos enclaves de interés pertenecen a la Ría de Vigo, célebre por los numerosos pecios que acoge en el fondo marino de la ensenada de San Simón. En su franja costera se ubican arenales como el de Samil, O Vao o Playa América.
Entre las Rías Baixas también destaca la de Muros y Noya, que debe su nombre a los municipios de nombre homónimo que alberga esta parte de la Costa da Morte. Más extensa es la Ría de Arousa, así bautizada por su capital, Vilagarcía de Arousa. Además de bosques de pino y la desembocadura de los ríos Ulla y Umia, en sus alrededores sobresalen las islas de Sálvora y Cortegada. Otras rías de la costa sur de Galicia son las de Corcubión, Aldán y Pontevedra.
Por su parte, estas entradas de mar en la costa reciben el nombre de Rías Altas cuando afluyen al Cantábrico. A destacar la de Ferrol, ría jalonada por el cabo Prioriño, la desembocadura del Xuvia y la Punta do Segaño, sin mencionar su ‘legión’ de ensenadas: Mugardos, O Seixo, Caranza, As Aceas, etcétera.
Ribadeo es otra de las rías Altas más singulares. Sus diez kilómetros de longitud están a caballo entre Asturias y Galicia y forman parte de la Reserva de Biosfera Río Eo, Oscos y Terras de Burón. Especial mención merecen las rías del Burgo, Betanzos, Ares, Cedeira, Barquero, Vivero, Foz y Ortiguera.