Seguridad en el trabajo 

Trabajo en una empresa pequeña como diseñador. Se trata de una firma muy joven que trabaja en el sector del videojuego. No diseñamos videojuegos completos, pero sí trabajamos con otras empresas mayores que los hacen. Es un sector en alza pero muy voluble así que, de momento, el jefe del estudio prefiere no lanzarse a un juego propio porque puede ser muy arriesgado si no sale bien. Y no le falta razón.

A mí también me va bien así ya que estoy en fase de aprendizaje y tampoco pretendo de la noche a la mañana en hacerme famoso y mudarme a Silicon Valley o algo así. Hago lo que me gusta y vivo de ello: de momento, no quiero nada más. Pero en mi estudio sí que parece que hay algún que otro elemento con ambición porque estoy seguro de que me han robado diseños. No lo puedo probar, pero sé de lo que hablo.

Aunque somos una empresa pequeña, no todos somos amigos, como en una plantilla de fútbol en la que no todos tiene por qué salir de copas juntos, ¿no? Y creo que hay un ‘compi’ que ha entrado en mi ordenador. Por eso he decidido comprar usb personalizados y cambiar el modo en el que se entra en mi computadora. En vez de colocar una contraseña que puede ser vulnerable (sobre todo cuando algunos de tus colegas son reputados programadores) mejor uso un USB para bloquear y desbloquear el PC.

¿Que también tiene sus riesgos? Bueno, podría pasar que me olvidara el pendrive y no pudiera activar el ordenador. Pero, por eso, a la hora de comprar USB personalizados me hice con uno tipo tarjeta de crédito que siempre llevo en la cartera. Puedo perder la cartera, claro, pero es menos probable que un USB tradicional. 

Que a lo mejor hubiera sido mejor alertar al jefe y decirle que Menganito está apropiándose de mi trabajo pero, ya digo, sin pruebas no se puede acusar a la gente. Desde que uso el USB para desbloquear mi ordenador, además, no he vuelto a tener sospechas, pero estaremos vigilantes.