Las novelas del cajón 

Dicen que de todo se aprende, para lo bueno y para lo malo. Hace un par de años me apunté a un taller de novela impartido por un chico del que me habían hablado bien. Yo llevaba varios años haciendo mis pinitos escribiendo y tenía un par de novelas a punto de rematar. Pero cuando se las mostré fue terriblemente grosero. Una cosa es decir lo que uno piensa y otra ser malévolo. Por alguna razón le debí caer mal. No “devolví” las novelas al cajón tal y como él me dijo, sino que me sirvió para que mi ego se sintiera herido… y apostara más todavía por mí misma. 

Una compañera escritora me recomendó que probara a traducir una de mis novelas para probar suerte en el mercado anglosajón. Hoy en día, gracias a internet, es muy sencillo autopublicarse, y aunque el castellano tiene una gran audiencia, nada se compara al inglés. Por la temática de novela negra de mi trabajo podría funcionar si la traducía así que confié en una empresa de traducción profesional de documentos Vigo

Yo sé bastante de inglés ya que viví varios años en Irlanda por trabajo, pero no como para hacer un trabajo profesional. Muchas personas se traducen a sí mismas por falta de confianza en los demás (o por ahorrar dinero). Pero si uno quiere tomarse en serio esto de escribir, también hay que invertir. Pero el hecho de leer bien en ingles me sirvió para disfrutar de “mí misma” en otro idioma: toda una experiencia. 

Así las cosas, puse a la venta mi novela en inglés por internet con una buena campaña en redes sociales y fue un moderado éxito teniendo en cuenta que era la primera y estaba autopublicada. La empresa de traducción profesional de documentos Vigo hizo un excelente trabajo y, sin duda, volveré a confiar en ellos. 

Tras ese “éxito” publiqué la novela también en castellano y me permití una pequeña venganza. Envíe un mail promocional a todos mis contactos interesados en literatura… incluyendo al profesor grosero que mandó mi trabajo al cajón.