4 pistas que te avisan de la posibilidad de cáncer de colon

Cuando el cáncer de colon se detecta a tiempo las posibilidades de un tratamiento de éxito son muy elevadas. Por eso es tan importante estar atento a las posibles pistas que puedan estar indicando la existencia de esta enfermedad. Veamos las más habituales.

-Sangre en las heces. Las heces cancer de colon pueden detectarse por ser más oscuras de lo normal, lo que se puede deber a presencia de sangre interior. La sangre roja asusta más a la gente pero normalmente suele estar causada por las hemorroides y no tener especial problema. Además de la sangre es frecuente que haya otros cambios en los hábitos como los que vamos a ver en el siguiente punto.

-Diarreas o estreñimiento persistente. Sin motivo ni razón el paciente puede empezar a experimentar diarreas continuas o un estreñimiento persistente. Estos cambios de hábitos no se relacionan con las comidas que se toman y suelen ser bastante acentuados. Es más frecuente acudir al médico por las diarreas, que asustan más que el estreñimiento. Sin embargo, a medio plazo, el estreñimiento pueda hacer que se acabe sufriendo una oclusión intestinal, motivo por el cual sí se acude al médico.

Malestar y pérdida de peso sin razón aparente. Es una sensación de cansancio sin razón ni motivo. No importa que se duerma bien, la persona nota debilidad y con frecuencia pierde peso de manera constante sin estar haciendo nada que lo justifique. Esto suele resultar bastante impactante para la persona que acude al médico sospechando que algo va mal en su cuerpo. Como estos síntomas son muy ambiguos es frecuente tener que realizar muchas pruebas antes de saber dónde está el origen del problema, sobre todo si no hay otras pistas. Una que suele poner en aviso al médico es la aparición de anemia en los análisis que puede hacer sospechar de una pérdida de sangre que no está identificada, algo que pasa en algunos casos de cáncer de colon.

-Sensación de que no se vacía por completo el intestino. Es una sensación muy desagradable porque la persona va al baño, pero no acaba de tener la sensación de haber acabado, sino que continúa teniendo la sensación de que necesita ir al baño. Esto se puede acompañar de dolores de barriga, hinchazón y gases. Todo esto puede confundirse con el colon irritable, que también produce síntomas muy parecidos a los señalados.

La mina y la pinta de vino

Cada vez estamos más cerca de que la minería de carbón sea solo un recuerdo en regiones como Asturias. Y aunque hay mucha gente por allí que todavía siente nostalgia de aquellos tiempos, no es mi caso. Y lo dice alguien que procede de familia de mineros. Cada uno tiene su historia pera esta es la mía.

Mi abuelo fue minero, pero nunca soportó la mina. Son esas cosas que, en realidad, nunca se dicen y solo uno se entera mucho años después, cuando se “desclasifican documentos e informaciones”. La historia oficial dice que mi abuelo, como muchos otros hombres que compartieron con él sangre, sudor y lágrimas, trabajaban como valientes en uno de los peores trabajos del mundo. Que lo hacían con honor y dedicación. Pero, en realidad, a mi abuelo, y supongo que a muchos otros más, lo destrozó la mina.

Para alguien que nunca ha puesto el pie en una mina de carbón resultará difícil entender la dificultad de ese trabajo. A mi abuelo no lo mató directamente la mina, no murió allí como otros muchos compañeros, sino que lo mató un carcinoma de higado. Porque mi abuelo empezó a beber a los pocos meses de entrar en la mina. Y nunca lo dejó.

Era una costumbre que asumieron muchísimos mineros. Después del trabajo y antes de ir a casa era parada ‘obligada’ alguna de las tascas del pueblo, donde hablar de fútbol, de política y otras historias, tratando de olvidarse durante unos minutos de la dichosa mina. Nadie lo criticaba, se veía como algo normal: una pinta de vino después de la mina. Pero luego eran dos, después tres… Y lo peor de todo es que algunos de los trabajadores no bebían solo después de bajar a la mina, sino antes… con el peligro que eso conllevaba para ellos y sus compañeros.

Durante mucho tiempo, el alcoholismo fue un tema tabú en muchos de los pueblos mineros. La gente bebía, pero nadie era alcohólico. Pero la cirrosis de mi abuelo que derivó en un carcinoma de hígado no vino del aire húmedo del pueblo, sino de los horrores de las profundidades de la mina.

Metástasis en el páncreas

Si se ha padecido cáncer y de repente comienzan a percibirse algunos sintomas de tumor en el pancreas es normal que se desaten las alarmas ya que la metástasis en el páncreas es una de las más temidas por cualquier paciente. El páncreas es un órgano situado en el centro del abdomen. Tiene contacto con el intestino, con el estómago, con la vesícula biliar y con el hígado, por lo que cuando se produce un tumor en este órgano es muy fácil que acabe saltando a cualquiera de los ya mencionados.

Esto sucede, sobre todo, porque el cáncer de páncreas es muy silencioso y el paciente no es consciente de que lo padece hasta que no está muy avanzado. De hecho, es frecuente que lo que se acabe diagnosticando es el cáncer en otro órgano al que haya saltado y tras la investigación el médico se dé cuenta de que el páncreas estaba en el origen de todo.

Sin embargo, cuando hablamos de que el cáncer comienza en otro órgano y salta al páncreas, es más fácil realizar una detección a tiempo porque se estarán buscando las posibles metástasis, por lo que es muy probable que se detecte en estadios muy tempranos. Siendo así, el cáncer de páncreas sí es tratable y no tiene por qué ser tan malo como en principio podríamos pensar, siempre dentro de la gravedad que supone que se haya producido ya una metástasis y de la altísima mortalidad del cáncer de páncreas.

Normalmente, el cáncer de páncreas se trata mediante cirugía, que puede apoyarse en la radioterapia o en la quimioterapia tanto antes como después de la intervención. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el diagnóstico de este tipo de cáncer nunca es muy bueno y que en la mayoría de los casos los tratamientos se realizan para tratar de elevar la esperanza de vida y para paliar los posibles problemas que pueda conllevar el tumor.

No obstante, si se encuentra en una fase muy inicial, no hay que abandonar las esperanzas. El médico siempre nos va a ofrecer información fiable y verídica de cómo estamos y de qué esperanzas hay de que las cosas se resuelvan de manera positiva. Si no tenemos confianza en cómo nos están tratando, siempre es bueno solicitar una segunda opinión para tener claro que se está haciendo por nosotros lo mejor en cada momento.

Cáncer hepático y metástasis en el hígado

El cáncer hepático puede producirse por dos vías muy diferentes: por la aparición de un cáncer propiamente dicho en el hígado o por una metástasis que ha saltado a este órgano. Conocer el origen del problema es básico para ponerle una solución rápida.

No todos los cánceres son iguales ni tienen el mismo tipo de tratamiento. Cuando un cáncer se origina en el hígado, sabemos que se trata de un tipo en concreto de esta enfermedad que surge exclusivamente en este órgano. Pero, en algunos casos, es otro tipo de cáncer que puede tener su origen en otros órganos.

En algunos casos, puede tratarse de un cáncer de estómago que se haya extendido a través del sistema linfático y que haya acabado desarrollándose en el hígado. O provenir de cualquier otro órgano tomando el mismo camino.

En el caso de una metástasis el problema es mucho más grave porque quiere decir que el cáncer ya está en el sistema linfático. Desde ahí, puede aparecer en cualquier otro órgano o parte del cuerpo. Ya no hay una forma segura de tratarlo y no hay ninguna garantía.

Incluso si se ha tratado el cáncer original y ya no ha vuelto a aparecer y se puede tratar el cáncer en el hígado fruto de la metástasis, la persona sabe que el problema está presente en su organismo y que podría volver a aparecer en cualquier otro órgano en cualquier momento. No es un diagnóstico fácil de asumir porque implica que la lucha no va a terminar nunca.

Tal vez no haya cáncer durante años, quizás no vuelva a aparecer nunca más aunque no es lo más probable, pero lo normal es que vuelva a aparecer y que no se sepa nunca ni cuándo ni dónde será. Si para todo el mundo es importante realizarse chequeos, en el caso de estas personas es fundamental ya que las probabilidades de que algo aparezca son altas.

Los diagnósticos y la prevención son la única manera de asegurarse de que si vuelve a surgir el cáncer, este podrá encontrarse a tiempo antes de que avance a un estadio en el que sea mucho más complicado poder plantarle cara. Así, se garantiza que aunque la lucha pueda no acabar nunca, se irán ganando las diferentes batallas y se logrará que la persona pueda seguir viviendo y con una buena calidad de vida.

La lucha contra el cáncer de próstata continúa

Cada cierto tiempo se produce un ensayo clínico para cáncer de próstata. Todos los medicamentos que llegan a ser probados en estos ensayos han pasado ya por numerosas pruebas y superado muchos controles. En ensayo es el último paso para poder ver si todo lo que el medicamento parece haber demostrado sobre el papel lo demuestra también en las personas.

Para este tipo de ensayos se pide la colaboración de voluntarios. Se trata de personas con cáncer de próstata que están dispuestos a probar estos medicamentos conociendo claramente cuáles pueden ser los riesgos. Uno de ellos es que no han sido probados antes en personas y, por tanto, podrían aparecer nuevos efectos secundarios con los que no se cuenta.

Entre todos los voluntarios se distribuye el medicamento, pero también placebos. Algunas personas, sin saber que es así, en lugar de medicamento están tomando un placebo, es decir, una pastilla que no tiene ningún principio activo aunque es idéntica en su apariencia a las reales. Esto se hace porque existe un cierto componente de autogestión.

La persona que toma un medicamento puede experimentar una cierta mejoría que no es real porque cree que lo que toma le va a ayudar. Del mismo modo, puede experimentar lo que creen que son efectos secundarios solo porque se ha sugestionado de que podrían sucederle.

¿Por qué se apunta una persona a un ensayo clínico? Pues hay motivos muy diferentes. Determinados ensayos clínicos aceptan a personas sanas y se les ofrece un dinero en concepto de las molestias y de los gastos de desplazamiento. No es una recompensa, ya que está prohibido pero, en la práctica, la indemnización por las molestias es suficiente para que algunas personas accedan a participar.

En otros casos se trata de enfermos que no tienen tratamiento para su problema concreto y que ven en este tratamiento experimental la que puede ser su única salida para curarse. Se aferran a esta esperanza y se apuntan al estudio clínico esperando ser uno de los elegidos y no ser de aquellos a los que se da un placebo.

Si el medicamento prueba que es efectivo es puesto en el mercado y son muchos los enfermos que podrán beneficiarse del mismo. La investigación es la clave para conseguir desarrollar estos fármacos que podrían, algún día, prevenir o curar esta enfermedad que afecta a tantos hombres y que tiene consecuencias tan importantes en sus vidas.