Mi vida sin cine 

Mi mujer y mi hijo me han abandonado por una playa del norte de España. Lo comprendo y lo asumo. Yo intento refrescarme aquí en la ciudad pero no me apetece nada ir a la piscina. Está llena de niños gritando y haciendo bombas. Prefiero quedarme en casa y ver como el reloj pasa una vez terminada la jornada laboral. Pero ayer me solté el pelo e intenté ver una película.

He sido un gran aficionado al cine. Al principio, siendo niño y adolescente veía lo que todo el mundo, pero después fui afinando un poco más mis gustos intentando averiguar qué es lo que me gustaba y lo que no. Llegó un momento en que veía unas 250 película al año, algo más de una cada dos días. Era mi principal pasatiempo. Y gastaba bastante dinero en el tema. De hecho, recuerdo mirar Ofertas Televisores para comprar uno que cumpliera con mis exigencias. Eran los tiempos del home cinema y yo quería mi experiencia de cine desde mi propia casa. 

También compraba muchos DVDs originales, sobre todo ediciones especiales de películas de culto. En aquella época todavía no estaban tan de moda la series, que a mí siempre me han dado un poco de pereza. Pero sí que se me iba bastante dinero en todo lo relacionado con el cine. 

Pero un buen día empecé a trabajar en serio, luego me casé, luego llego el niño y de 250 películas, pasé a 100, luego a 50 y ahora… Me puse a echar cuentas de las películas (enteras) que había visto este año y sumé 6: una película al mes. Y de ellas, cuatro en el autobús, de viaje. Es decir, 2 películas en casa en seis meses. 

Y también caí en la cuenta de que llevo con el mismo televisor un montón de años. De hecho es demasiado pequeño para el salón y cuando viene alguien me lo recrimina: “si casi no se ve el balón” dicen. Bueno, tal vez sea hora de volver a buscar Ofertas Televisores pero, desde luego, tal como está la cosa no voy a subir mi media de películas, porque es que ni cuando estoy solo me apetece ver una entera: a la media hora estoy dormitando.